Mikel Lejarza era un joven vasco sin militancia política que se convirtió en el primer topo que los servicios secretos españoles infiltraron en ETA. Los periodistas Cerdán y Rubio se han entrevistado con él, así como con decenas de protagonistas de la época, para poner de manifiesto en estas páginas no sólo la dureza y soledad de un personaje que cambió de rostro y de identidad varias veces para no ser reconocido, sino también las cloacas del Estado que no duda en infringir leyes para conseguir sus metas.
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