Cuando comencé la lectura de esta novela, no quise saber nada del argumento. De hecho, sigo pensando que es mejor no decir nada, esbozar sólo unas cuantas líneas que describan la atmósfera y la trama y, poco más, pues el encanto, el humor y la constante extrañeza en la que nos envuelve este libro, se desmoronarían el instante.
Si se puede hablar de grandeza en una novela, esta reside, sin duda, en la genialidad del autor al ser capaz de crear una trama coherente y verosímil que mantenga, de forma constante, el interés del lector.
Un universo (in)apetente
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El otro día estaba en una terraza tomando una cerveza con unos amigos,
cuando llegó una docena de chavales entre 18 y 22 años. Se sentaron
enfrente de no...
Hace 23 minutos