Aroma de Alcanfor

Naiyer Masud ha vivido siempre en Lucknow (Utta Pradesh), en una casa construida por su padre, que le puso por nombre Adabistan (Casa de la Literatura). Ahora, Masud es admirado en su país gracias a sus libros de relatos, que ha ido escribiendo lentamente a lo largo de su vida.

Alejada del exotismo y el realismo mágico que han infectado parte de la literatura india de las últimas décadas, su escritura significa lo contrario de una manufactura lista para ser exportada: el sutil clima fantástico de sus relatos se apoya en una gran destreza psicológica que se desprende de su mordaz y profunda humanidad. Masud crea un amplio abanico de personajes que se mueven en un mundo exuberante, lejano, en el que la línea que separa la realidad del sueño se vuelve casi imperceptible.

Un perfumista es adicto al aroma de alcanfor porque puede evocar sus melancólicos recuerdos de niñez asociados a su amor por una niña enferma que ha marcado su vida. Tras escapar de una relación con su tía, un joven se hace inspector urbanístico y descubre su extraño don para percibir en las casas aquellas zonas oscuras cargadas de miedo y deseo. Un niño es llevado por su padre a vivir con un cómico ambulante en un pueblo junto a un lago, regido por la viuda de un bandido, madre de una hija fascinante que siempre ha vivido en una barca sin tocar tierra firme y cree poder andar sobre el agua. Un hombre lo arriesga todo al robar un pájaro cantor del jardín de un sultán de Las mil y una noches. Absorbentes, cautivadores, los relatos de Masud son la obra madura y cumplida de un artista verdadero.