TIERRA DESACOSTUMBRADA, de JUMPA LAHIRI


TIERRA DESACOSTUMBRADA, de JHUMPA LAHIRI
Este libro que acaba de publicar Salamandra venía precedido de una serie de referencias positivas casi abrumadoras, tanto como para acercarse a él con recelo, con la sensación de que una vez más nos vamos a encontrar con una obra que no nos prece para tanto o incluso- asunto este que ocurre con relativa frecuencia- que no nos parece para nada. Porque los caprichos de los medios de comunicación y la forma en que se encumbra a un escritor, un músico o un director de cine son en ocasiones difícilmente entendibles y no parecen responder a otra lógica que la creación de objetos de consumo inmediato, perecederos y rodeados de un envoltorio más o menos atractivo. En el caso de Jumpha Lahiri, además, sobre la que se insiste en su origen bengalí, uno temía encontrarte un libro más centrado en la descripción de costumbres diferentes a las occidentales, una especie de tratado folklórico y sociológico más o menos riguroso apenas enmascarado por los elementos narrativos, que en esos casos son harto previsibles.
Pues bien, esas y otras prevenciones era injustificadas: “Tierra desacostumbrada” es uno de los mejores libros de los últimos meses, o del último año, distinción que ya le concedió en 2008 “The New York Times”, y es a la vez un despliegue fascinante de talento narrativo que me ha hecho recordar a otra escritora norteamericana de la misma generación: Lorrie Moore, de la que hemos ido conociendo su novela “Al pie de la escalera” y los relatos de-por ejemplo- “Pájaros de América”. Poca relación hay entre ambas escritoras, salvo esa cercanía generacional, y la dedicación preferente al relato, además de su inserción en una cultura literaria como la norteamericana, que-guste a algunos o no- goza de una gran vitalidad y se renueva cada dos o tres años con la aparición de voces como las suyas.
“Tierra desacostumbrada” se divide en dos partes: la primera está integrada por cinco relatos cortos, el que da título al volumen, “Cielo e infierno”, “Una elección de alojamiento”, “Sólo bondad” y “No es asunto de nadie”. La segunda parte del libro la ocupa “Hema y Kaushik” recoge otros cinco relatos de un tono en ocasiones más íntimo, como el que inicia esta parte de la obra, que la autora ha querido separar en algún sentido: esa primera historia, por ejemplo, cuenta la relación entre dos adolescentes bengalíes cuyas familias se están adaptando- en el caso de la muchacha, sobre la que recae la voz narradora- a la sociedad norteamericana, o empiezan a asentarse allí, en el caso de él. Jhumpa Lahiri elige historias cotidianas, en los que se ocupa de ese asunto, la adaptación de sus compatriotas a una sociedad radicalmente diferente, pero a la vez trasciende cualquier limitación pintoresca, y nos habla de familias cuyos lazos se mantienen inestablemente, parejas que se rompen o que por el contrario inician una relación, o universitarios asiáticos que hacen frente al choque cultural, generacional y estético que sufren al entrar en contacto- en cualquiera de los sentidos de la palabra- con jóvenes norteamericanos. Además de la mencionada “Hema y Kaushik”, hay en el libro otro relato antológico, “Cielo e infierno”, que cuenta la historia de un hombre- también de origen bengalí-ya jubilado, que visita a su hija divorciada, que vive con su hijo, y querría tenerle más tiempo con ellos. Ha conocido a una viuda norteamericana y valora la posibilidad de afrontar sus últimos años con esa mujer, a la vez que disfruta de la recuperación del contacto con el nieto e intenta inculcarle algunas de las costumbres de su país de origen. La contenida tensión dramática entre los deseos de padre e hija, la estilizada recreación de la memoria de cada uno y la resolución del conflicto, en la que la joven envía una postal que su padre había perdido, hacen del relato una joya que eleva aún más el tono medio de este magnífico libro.
TOMÁS RUIBAL
ruibaldo@hotmail.com