LA HIJA DE ROBERT POSTE, de STELLA GIBBONS

La novela humorística goza de buena consideración, y tradición, en la literatura inglesa, en la que- al contrario de lo que ocurre en la española- no es un género menor ni mucho menos, y este libro publicado por Impedimenta, la reedición de una obra para mí totalmente desconocida y al parecer considerada como una especie de clásico contemporáneo en Inglaterra, confirma esa inserción dentro de un sistema literario en el que se mencionan como referentes plausibles a Evelyn Waugh o P.G. Woodehouse. “La hija de Robert Poste” cuenta la historia de Flora Poste, una joven que ha recibido una educación “cara, deportiva y larga” y que tras la muerte de su padre tiene que trasladarse a la granja de unos parientes en el interior de la Inglaterra campesina y alejarse de su sofisticada vida en Londres.
La obra gira en torno a un motivo de gran rendimiento en la literatura( y más tarde en el cine) de muchos países: la dialéctica campo-ciudad, la contraposición entre los ambientes urbanos y rurales, y en ese sentido Stella Gibons construye una obra muy divertida, que satiriza una y otra: la llegada de Flora a Cold Comfort, que así se llama la granja de los Stakader, sus parientes, nos presenta a una galería de personajes magníficos, entre los que destacaría a Amos, una especie de iluminado religioso que predica entre sus vecinos con más convicción que acierto, Seth, un joven dominado por un arrebatador atractivo sexual que mantiene en tensión a la mayoría de jóvenes del pueblo- y que terminará contratado por un productor de Hollywood para rentabilizar ese magnetismo-, Meriam, una chica que sucumbe cada año a la llamada de la “parravirgen”, una planta que favorece la fertilidad( y las ganas de favorecerla, digamos), y madre de un grupo de niños tan numeroso como una banda de jazz, la imponente tía Ada o el insufrible Mybug, un escritor londinense que está preparando su obra maestra.
La autora maneja a todos ellos con una estupenda combinación de ironía y despliegue de los tiempos narrativos y aprovecha para desarrollar una sátira por contraste de los ambientes sofisticados que la protagonista deja atrás, pero con los que mantiene contacto regular, y más aún , de la vida literaria inglesa del primer cuarto del siglo XX, sobre la que despliega una mirada llena de irreverencia, aunque no siempre sea fácil para el lector de hoy identificar los autores, movimientos culturales o manifestaciones artísticas a las que se refiere; a este respecto merece la pena subrayar el magnífico trabajo de José C. Vales, encargado no sólo de una traducción que fluye con soltura, y que ha tenido que adoptar soluciones complicadas para una serie de neologismos o simplemente palabras inventadas por la autora, sino que se encarga de unas notas a pie de página que no interrumpen el ritmo del relato y ayudan a comprender ese constante recurso de la autora a la ironía dirigida a la literatura y la cultura de la época, desde autores todavía conocidos, como Kipling o Shelley, a muchos otros de los que no tenemos idea o simplemente inventados por la mordaz Gibbons, como el abad Fauss- Maigre y su obra “El sentido común de índole superior”, con los que se satiriza una especie de literatura de autoayuda de la época.
Las andanzas de Flora en Cold Comfort, el desarrollo de sus planes para cambiar y mejorar la vida de la granja y los asilvestrados Stakader y el constante juego de referencias a la cultura inglesa de la época van marcando una novela cuya frescura y modernidad sorprenden, en la que alguno de los personajes y situaciones mencionados son francamente memorables y de cuya recuperación hay que felicitarse.
TOMÁS RUIBAL
ruibaldo@hotmail.com
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HASTA PRONTO WENDY



Hoy nos llega la tragica noticia de que, Wendy, Colaboradora y autora de este blog, nos ha dejado para siempre.
Wendy nos deja y jamas podra ser sustituida entre nosotros.
Alli donde estes un beso y no te decimos un adios, sino un hasta pronto.

El Arte de la Literatura: EL SUEÑO DEL CELTA de MARIO VARGAS LLOSA

El Arte de la Literatura: EL SUEÑO DEL CELTA de MARIO VARGAS LLOSA

EL SUEÑO DEL CELTA de MARIO VARGAS LLOSA





“EL SUEÑO DEL CELTA”, de MARIO VARGAS LLOSA

El novelista peruano llevaba tantos años como firme candidato al Nobel de Literatura que, además de las inevitables cuestiones que podían impedirle que se le concediera de una vez-no hay que olvidar que el premio ha de recaer en un autor vivo- existía el riesgo de que se convirtiera en uno de esos favoritos profesionales que nunca llegan a ganarlo: Jorge Luis Borges es el caso más obvio, pero existen autores que todavía pueden recibirlo y que se encuentran en un caso parecido al de Vargas Llosa: Philip Roth es para mí el otro autor que cuesta creer que no haya sido reconocido por la Academia, cuando en los últimos diez años hemos visto escritores( y escritoras, que todo hay que decirlo), claramente por debajo de estos dos novelistas, aún aceptando el componente subjetivo de un premio como éste y la imposibilidad de comparar géneros, estilos y trayectorias.
Poco se puede discutir, por lo tanto, a la decisión de los académicos suecos: “Conversación en la Catedral”, “La ciudad y los Perros”, “La Casa Verde” o “La Fiesta del Chivo” son novelas grandes que deben figurar entre las mejores obras escritas en español durante el último siglo. Y la casualidad(o no tanta casualidad) ha querido que coincidiera el anuncio del premio con la publicación del último libro del peruano; “El sueño del celta” es su primera obra en varios años y es una novela magnífica, por debajo de las antes mencionadas sin duda, con un final premioso y un último tercio que rebaja notablemente la tensión narrativa, pero aún así un libro- insisto- estupendo, que cuenta la vida de Roger Casement, un irlandés que a finales del siglo XIX participó en las primeras expediciones a África para organizar la colonización del Congo Belga y lo que terminaría por convertirse en una de las mayores masacres de la historia, con alrededor de dos millones de muertos. El horror que allí se vivió, siguiendo los designios de Leopoldo de Bélgica, que procedió a la explotación sistemática de las riquezas naturales del país, especialmente el caucho que tanto necesitaba la naciente industria del automóvil, fue denunciado por Casement, que en un principio había participado en la colonización y creído en los posibles efectos civilizadores de la ocupación europea, en una serie de informes que llegaron tarde para impedir la catástrofe pero al menos ayudaron( tengo mis dudas de que esto sea gran consuelo) a concienciar a la opinión pública de lo que estaba ocurriendo.
Este papel de conciencia moral que denuncia desde dentro los horrores del colonialismo tiene un paralelismo evidente con el caso del padre Las Casas (independientemente de algunas exageraciones de éste), y se vio reforzado unos años más tarde, cuando Casement recibió el encargo de visitar la Amazonía y redactar un nuevo informe que volvió a dar testimonio de lo que allí estaba ocurriendo con una compañía peruana de titularidad inglesa. La novela cuenta la vida de este personaje extraordinario, que al final de su vida llegó a enfrentarse a la Inglaterra que había servido y admirado y tomó conciencia de la situación de su Irlanda natal, a cuya independencia intentó ayudar con mejor voluntad que acierto, participando en las revueltas de 1916 que fueron sofocadas por los ingleses y acabaron con su posterior encarcelamiento y ejecución. La personalidad de Casement, el relato de una vida intensa en la que no faltan las contradicciones y los puntos negros, ocupa la acción de una novela que se inicia en 1903 y termina en 1916, en la que se superponen constantemente dos planos narrativos: el del protagonista en prisión y el relato de las aventuras que vivió, las circunstancias en las que fue redactando sus dos informes y su compleja y apasionante evolución ideológica y moral.
TOMÁS RUIBAL
ruibaldo@hotmail.com

DOS CHICAS DE SHANGAI


“DOS CHICAS DE SHANGAI”, de LISA LEE
Esta novela, que a buen seguro disfrutará de un razonable éxito de ventas, nos obliga a plantearnos cuestiones elementales relacionadas con la escritura y la literatura de kiosko, de consumo inmediato, como es el caso: enmarcada en el género de la novela histórica, que parece haberse convertido en el único género literario posible, y que ocupa, junto con una especie de crónica de costumbres contemporáneas más o menos manipulada, la gran mayoría de obras, “Dos Chicas de Shanghai” apenas se molesta en dotar de estructura novelesca a lo que no es más que una descripción de costumbres, cuanto más pintorescas mejor parece ser la norma, de la sociedad china, algo que la autora ya practicó hasta la extenuación en “El Abanico de Seda”, aquella agotadora descripción de la sociedad china en otra época y de los diferentes lenguajes del abanico.
En este caso, Lisa Lee nos traslada al Shangai de 1937, una ciudad en la que conviven millonarios, gángsters, mendigos y artistas procedentes de todos los países y continentes, que se enfrentan y adaptan a los ritos y costumbres de la sociedad china, sometida ella misma a un proceso acelerado de cambio que poco después se verá bruscamente alterado por el inicio de la segunda guerra mundial. Es el Shangai de esos años un espacio de contrastes que resulta atractivo para la literatura y el cine, y así a bote pronto recuerdo una magnífica novela reciente de Ángel Wagenstein, “Adiós, Shangai”, ambientada en el mismo escenario y en esta misma época y en mi opinión muy superior a la que nos ocupa.
Las protagonistas de “Dos Chicas de Shangai”, son eso, dos chicas de Shangai, las hermanas Pearl y May Chin. Siguiendo los cauces esperables- y ese es uno de los rasgos más cansinos de este y de cualquier libro, la previsibilidad, sobre todo si no va acompañada de ningún tipo de innovación formal o técnica, las hermanas son muy distintas- se diría que opuestas- entre sí. Criadas en una familia que intenta inculcarles los valores tradicionales chinos (y la autora se ocupa de irnos detallando esos valores de manera exhaustiva), Pearl y May reflejan de alguna manera el carácter vanguardista de su ciudad, e intentan vivir únicamente asimilando todos los cambios que proceden de Occidente. Ya sea en el vestuario, en sus relaciones con los demás, o incluso en su novedosa dedicación a la pintura y la fotografía publicitarias como modelos, las hermanas representan a las nuevas generaciones que reflejan el cambio del país y la adaptación a los usos occidentales.
El estallido de la guerra, los bombardeos de los japoneses y un brusco revés en la fortuna familiar llevarán a nuestras protagonistas a California, en donde se desarrollan una serie de situaciones que pondrán a prueba la unidad de sus hermanas, y que evitaré resumir, por no revelar el desarrollo final de la historia y porque su previsibilidad es tan grande que no lo hace necesario.
“Dos Chicas de Shangai”-insisto- es un libro que detrás de cierto ropaje pretencioso esconde muy poca cosa: apenas una historia que se quiere cosmopolita, una descripción de costumbres más propia de un suplemento dominical o de un programa de esos de reportajes, y -lo que es más grave- unos personajes planos y esquemáticos y un uso de la voz narrativa que da a entender una especie de nula consideración del lector: Lisa Lee introduce constantemente comentarios explicando la propia trama o las costumbres chinas que además de interrumpir el hilo de la narración, parecen tomar por tontos a los lectores: “Nos calzamos zapatos de tacón rojo y nos pintamos los labios de rojo, a juego”(esto lo dice la escritora por si uno no se enteró, lo del “a juego”) y sigue, “Hace poco nos cortamos la melena y nos hicimos la permanente. May me hace la raya al medio y me recoge los rizos detrás de las orejas, donde se acumulan formando una especie de ramillete de peonías de pétalos negros (¡¡¡). Luego yo la peino a ella y dejo que sus rizos enmarquen su cara. Para completar nuestro atuendo, nos ponemos pendientes de lágrimas de cristal rosado, anillos de jade y brazaletes de oro”. El párrafo continúa y por si no era suficiente tal alarde, concluye: “Nos quedamos así un momento, asimilando lo guapas que estamos”. Bueno, pues así todo el libro.
TOMÁS RUIBAL
ruibaldo@hotmail.com